Unos golpes extraños en la ventana. Eso era lo que la había despertado. Se levantó y se acercó sin hacer ruído. Agarró la correa de la persiana y la agarró de un tirón. Allí no había nadie. Volvió a acostarse y se durmió. Al rato volvió a oír los golpes. Esta vez no se levantó, sino que se quedó en la cama. Sintió como algo levantaba la persiana a pulso y abría la persiana. Una ráfaga de aire fríos coló en la habitación. Unos dedos helados le acariciaron la cara. Ella abrió los ojos, pero no estaba asustada. Era curiosidad lo que sentía. Él se coló entre las sábanas. A ellale gustó sentir ese tanto helado en su piel. Él la sujetó fuerte, comnzó a desnudarla. Ella se dejó. Le gustaba. Él le hablaba al oíso, mi amor, le decía, eres perfecta, sólotú puedes hacerlo, sólo tú puedes continuar mi linaje. Y eso es lo que hizo. Ella se estremecía de placer debajo de él, deseaba más, más, MÁS, ¡MÁS!. Y él se lo concedió. Estaba a punto de explotar, lo deseaba, lo necesitaba, necesitaba su sangre. Ella notó unos pinchazos en el cuello. Luego un gorgoteo de sangre. Y después se durmió. Hecha su tarea, él la dejó y se marchó.
P.D.: Para quién no se entere: íncubos.
Ya pusiste lo de los incubos expresamente para mi eh guarra... abracadabra... jajaj
ResponderEliminarEs que si no no te ibas a enterar, y así no molaba, eh súcuba??
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