La piedra mágica brilló con intensidad. Su fulgor lo cegó un momento. Alargó la mano y la cogió. Estaba cálida. Demasiado. ¡Quemaba! Se oyó un siseo de carne quemaday un alarido. Soltó la piedra de golpe. Parte de la piel de su mano se quedó pegada a la lise superficie negra de la gema. Y en su palma, una marca con forma de pentáculo invertido. La marca del Diablo. ÉL lo había elegido.
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